Les confieso que, en mi adolescencia – antes de convertirme en agrónomo- creí, como mucha gente, que el banano era originario de América Central. Obvio: todas las cajas de bananas que llegaban a nuestros mercados tenían anotada como procedencia “Honduras” o “Guatemala” …
Pero no. El delicioso fruto- que tiene más de mil variedades y se cultiva en todo el mundo- es nativo de Indomalaya tropical y de Australia. Se cree que la planta fue domesticada por primera vez en Nueva Guinea. Su cultivo es histórico en Asia, y por cierto en El Líbano, productor importante de la zona ecosistémica en que se originó el apetecido plátano.
Recorriendo el norte del Líbano, advertí lo complejo que resulta obtener buenas cosechas debido a la condición alcalina del suelo. Esta característica (pH alto) limita la productividad, y la media obtenida por los agricultores locales es de 40 ton de fruta por hectárea si bien el banano puede producir el doble.
El banano es fructífero y un gran alimento, pero también es exigente en nutrición. Y aunque se adapta a diferentes tipos de suelo, se desarrolla mejor con buen drenaje. Lamentablemente, la alcalinidad y el buen drenaje no suelen coincidir. ¿Cómo lidiar con esta limitación?
La alcalinidad es una circunstancia natural en los suelos en muchos países del Medio Oriente, sur de España, y zonas de Brasil y Europa. Suele estar asociada a la presencia de carbonato de calcio; a una mala estructura del suelo (baja infiltración de agua); deficiencia de micronutrientes en particular zinc y hierro; baja materia orgánica y un CEC reducido. Para aumentar el rendimiento y la calidad de la cosecha en suelos alcalinos se requiere reducir el pH, y mantener un equilibrio con los elementos disponibles en la solución del suelo mediante Nutrición Vegetal de Especialidad. Hay que elegir muy bien la fuente del fertilizante para asegurar que los componentes reaccionen a la alcalinidad del modo esperado, como propusimos a través de nuestras líneas Ultrasol Magnum Flex y Ultrasol Magnum Special. En casos extremos, recomendamos productos fuertemente ácidos como el Ultrasol Magnum P44 y otros.
Afortunadamente, la alcalinidad es superable. Los bananos correctamente fertilizados, prosperan en El Líbano, y hay muchas más riquezas naturales que apreciar en ese país. Por nombrar solo una: ¿han oído hablar de los Cedros de Dios? Son árboles antiquísimos en la zona de Qadisha, patrimonio mundial de la UNESCO: último remanente del espeso bosque que alguna vez cubrió casi todo El Líbano. Los Cedros de Dios son árboles de montaña, hijos del rigor de la historia, que, pese a todo insisten en buscar las alturas… De verdad le hacen honor a su nombre.